Ángel de Noviembre
Oración Barkiel
“El Todopoderoso, en su Sonido, te exhaló para que con tu Energía impregnases el agua, la tierra, el viento y el fuego que están regidos por la Energía del Amor; así fue tu génesis, ¡Oh Ángel Barkiel! Gotas de emociones salpican desde ese día nuestra alma; elementos de materia nos componen en nuestra densidad perecedera, moléculas de espíritus puros revolotean desde nuestro interior hasta nuestro exterior en la música que compone nuestras existencias, y lenguas de ígneas chispas iluminan nuestra memoria para alcanzar la Gran Memoria.
En esto somos reconocidos como Hijos de la Luz y lámparas de los caminos tortuosos. Ábreme ante mis ojos el Libro de la Sabiduría cuyas páginas están tachonadas de gemas y piedras preciosas, de sonidos, de colores, de formas y de Planos y sellos que garantizan mi Aprendizaje; muéstralo y haz que mi visión sea nítida y sin distorsiones según mis conveniencias. Prometo, por tu Luz Rosa, que declararé con verdad plena la realidad de todo cuanto haya aprendido, sin matices extraños, sin palabras tibias y sin elucubraciones de egoísmo u orgullo.
Barkiel, presérvame, yo te lo imploro, de toda mácula que no me haga aparecer blanco, luminoso e irradiante. La Vida pasa, el tiempo pasa, el espacio es un sueño, pero tu Realidad en mí será Eterna porque Eterno es el soplo con el que te dio origen el Adonay y del cual ahora tomo como guía y sostén. Soy la oración que es emanada de los sentimientos del alma que asciende hasta los Espacios. Soy gruta donde germina la Vida y cual atanor transmuta la muerte de la Vida. Soy el Sentimiento puro y argentino cuyo semblante es Cuatro y cuya Emanación conduce a la Limpieza de él mismo. Soy la lámpara de las siete virtudes que en mí existen y que se alimentan con el óleo de la Sabiduría y el Conocimiento. Ven hasta mí, Barkiel.
Amén. Amén. Amen”.